sábado, agosto 29, 2015

Desde hace más de 15 años...

Cuando eso de "irse" comenzaba a ser un boom, recuerdo que pensaba "por qué tenemos que irnos tantos si quienes hacen mal son unos pocos, son ellos los que se tienen que ir" hice todo cuanto estuvo en mis manos para lograrlo, pero lamentablemente no lo conseguí y luego de tantos años viendo a mi país deteriorarse pues me tocó decidir alejarme.

Lo contradictorio es que solo nos alejamos físicamente porque nuestra mente permanece pensando en todos los que se quedaron, porque he pasado de ser hija para ser padre pues al saber que mis padres están en la calle les escribo mínimo cada hora para saber que están bien, les pido que me llamen al entrar a la casa. Los que nos fuimos lo tenemos todo menos "fácil" porque la angustia por nuestros seres queridos se incrementa.

Vivo en un país que me ha abierto sus puertas, con personas excepcionales, amables, atentas, una cultura muy bonita y con unos atardeceres maravillosos. Como les conté en mi último post, me han hecho sentir como en casa y es ahí donde viene el título de hoy, porque muchas veces entre las conversaciones de qué es lo que más me ha gustado, cómo me he sentido... Nunca falta una pregunta 
Y no extrañas tu país?
Más allá de la comida que quienes me conocen saben cuánto me gusta comer, también tengo mi respuesta obligada...
Sí, desde hace más de 15 años

Porque esa es mi realidad y me atrevo a decir que es la de muchísimos Venezolanos, cómo leí hace poco Venezuela se convirtió en un lugar al que sentí que no pertenecía, estar en un lugar y no reconocerlo como tuyo, eso es extrañar y es lamentable que extrañemos nuestro país aún viviendo en él. Yo extraño la Venezuela en la que crecí, la Venezuela en la que a los 15 años salía con mis amigos y las preocupaciones de mis padres eran simplemente que me portara bien y no que podía no regresar con vida. Extraño la Venezuela en la que podía decirle a mi mamá "Mami vamos a hacer una torta" y en menos de media hora teníamos los ingredientes listos para prepararla. Extraño la Venezuela en la que ibamos al supermercado, llenábamos dos carritos de compra, comíamos algo en el mismo restaurante del super y todo se pagaba con cesta ticket. Extraño la Venezuela en la que un uniforme verde representaba autoridad y decir "Mis tíos son GN" me llenaba de orgullo.


Yo no necesité estar a 4.903 Kilómetros de distancia y hora y media de diferencia para extrañar a mi país, yo comencé a extrañarlo desde que el hecho de pensar diferente era sinónimo de odio y división. Desde aquel momento en el que hermanos se llamaban escuálidos y escatófagos entre sí. Lo extraño desde que ir a votar era sinónimo de temor si pensabas diferente y trabajabas para organismos del estado. Lo extraño desde que la cantidad de muertes a causa del hampa llegó a niveles tan elevados que parece que vivimos una guerra. Lo extraño desde que alguien bajo su título de presidente dejó sin trabajo a más de 15mil empleados en pdvsa. Lo extraño desde aquel nefasto momento en el que unos pocos se apoderaron de todas las bonanzas y nos dejaron en la ruina.

A mi país lo extraño todos los días, como todos los días mantengo la esperanza en Dios de que más temprano que tarde saldremos de ese abismo.